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Híbrido y Nepal Napalm. ¡VIVA EL UNDERGROUND!

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16 noviembre, 2022

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Hoy traemos un post de «casi estrenos» con un peso de muchos quilates. Dos temas con algo más de tres meses de vida pública, presentados por dos de las bandas más interesantes y más apasionantes de los últimos tiempos.

De izda. a der.: Alfonso Alfonso (guitarras y más), Raúl Frutos (batería y más), José Luis López (guitarras y más). NEPAL NAPALM.

Nos referimos a NEPAL NAPALM y a HÍBRIDO, ambas con cierto paralelismo en su origen e intención. Las dos bandas están formadas por músicos que han sido o son miembros de otros grupos, con un gran reconocimiento entre la escena alternativa peninsular, con la intención de explorar corrientes musicales algo diferentes a las que «manejan» en sus grupos de origen. Si los algecireños Híbrido cuentan en su formación con componentes de bandas de la talla de Atavismo (grandísimos) o Viaje a 800, formación nacida a mediados de los 90 y completamente indispensable en la historia del rock underground en el país, el combo de Murcia, Nepal Napalm, se conforma con tres figuras fundamentales en bandas absolutamente geniales como son Crudo Pimento (amados) o Schwarz. Pero vamos a ir por pasos y atendiendo a cada una de las composiciones y sus autores.

Voy a empezar con Híbrido y su tema «Lale» (simplemente por qué apareció unos pocos días antes en la redes). Es el primer material que han lanzado desde su álbum debut «I» (magistral), a finales de 2018, y cierra el disco recopilatorio de bandas «Grados, minutos, segundos» del sello Spinda Records.

Sandra ‘Pow’ (batería), José Ángel (guitarras), Zoa (guitarras), José ‘Pot’ (bajo). HÍBRIDO.

Parece ser que la canción iba a ir en ese primer trabajo, pero «por h o por b» no fue incluida, y esta, ha sido su oportunidad. En «Lale» nos encontramos con una arista esencial en este grupo, su cara instrumental, plasmada en una composición cargada de una fuerte tensión musical y emocional. Ya, el arpegio inicial, te despierta una sensación evocadora que repentinamente se torna triste y algo sombría. Es en torno a esta melodía sobre la que discurre y desparrama el total de la vibrante canción, un tiempo medio-lento en un «tono» rock cuasi progresivo con ramalazos del hard y el stoner rock más pesado que caracterizaba a un buen número de bandas de las décadas de los 70 y 90.

Uno puede relacionar el concepto musical de «Lale» con el trabajo de bandas de esas épocas y del panorama actual. Se me abre un arco que va desde Pink Floyd post Barret, hasta los tejanos All Them Witches, y al que se pueden asomar los Earth más melódicos de inicios del XXI. Eso sí, con un sello muy personal de Híbrido que se señala, siempre, en cada una de sus composiciones (la marca ibérica, soy un palizas con esto, pero es una diferenciación con valor añadido).

La profundidad y la intensidad que domina toda la canción te deja con la mosca detrás de la oreja respecto a la intención de esta. Sabes que hay algo muy especial y «privado» en toda la oratoria, hay mucha electricidad desencadenada en cada uno de los solos de guitarra, pero lo desconoces. Hasta que alguien te dice quién es Lale, y el homenaje que supone esta obra. Parecen cosas que faltaban por decir. Lale es un tulipán de la roca.

Y vamos a continuar y terminar con algo que juega en otros parámetros musicales algo más bizarros, lo último que tienen publicado, hasta el momento, los químicos herejes del metal, Nepal Napalm, avanzadilla de su esperado primer largo «A Hate Supreme».

Cuando en el día de su lanzamiento en las redes vi el título de la canción, «Brandy soaked path«, sabía que no podía ser otra que esa tercera canción del set list, que me reventó el cerebro y las cervicales en el concierto de estreno de esta bestial banda, momento en el que ni conocíamos de la existencia del tema. No podía llamarse de forma más apropiada. «Brandy soaked path» cabalga a lomos de un maquinaría pesada de garaje rock espacial y krautmetal siderúrgico, o algo así, perfectamente compactada y engrasada a base de Soberano.

La composición, sin un bajo físico (batería y dos guitarras, más sintes), tiene dos partes bien claras dominadas por los mismos riffs de cuerdas pero que son quebrados y reconstruidos por la brutal línea de batería. Y esa voz… la voz solista lleva un efecto vocoder durante toda la canción que produce una atracción total por su contraste y a la vez encaje en la parte musical. Bestial. Un toque más de sinthlab y una bizarría telefónica por medio. ¡Una jodida maravilla!

El tema ha sido lanzado en modo videosingle con un vídeo sencillo en su propuesta pero muy efectivo en su impacto visual. Bocas a unos mostachos pegadas, destilando gotas de Cardenal Mendoza por los pelillos bigotiles,… Joder, si se puede joler el olorcillo dulzón.

Un pasote todo el conjunto. Como un sol y sombra en el bar Costa Rica… de Mannheim. Bárbaros.

Profunda devoción por ambos bateristas (debilidad por las/los de los palillos). Canela fina.

Ante estos dos grupazos, incomparables en la escena musical del país, no se puede hacer otra cosa nada más que disfrutar del placer de escucharlos y esperar su continuidad a corto y largo plazo. ¡Queremos más rollo «deste»! !Y del otro! y ¡Viva el underground! (como bien dice el gran Emilio).

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